Una historia de Rosh Hazaña. El Poder del Destino @raulamiel


#MisNotasDomingueras.-  septiembre 25  Hoy se conmemora el Día de la Creación del Hombre.

¿Es esto algún tipo de broma?  De hecho, si. Las teorías pragmáticas de la verdad tienen el efecto de desviar la atención de lo que hace que un enunciado sea verdadero y hacia lo que la gente quiere decir o hace al describir un enunciado como verdadero. 

Hoy no se me antoja hablar de política, ni de mi estado de salud.

Cuando era niño, yo pensaba que Rosh Hashaná era una especie de versión judía de "Santa Claus llegó a la ciudad", reemplazando con Dios al hombre vestido de rojo. Pero todo cambió una vez que realmente entendí el significado profundo del nuevo año judío. Rosh Hashaná no se trata solo de ser nuevo, se trata de un cambio real en nuestras vidas.

Según el judaísmo rabínico, el año nuevo cae en el mes hebreo de Tishréi (por septiembre-octubre), cuando se festeja el Año Nuevo Judío o Rosh Hashaná, que conmemora el día de la creación del hombre, y es a partir de este día cuando se cuentan los años. En esta oportunidad desde la tarde del domingo 25 de septiembre hasta la tarde del martes 27 de septiembre. O sea el Año Nuevo Judío 2022 nos pone en año de 5.873. Una guara.

Representa nuestra capacidad de cambiar de rumbo, replantear la narrativa del pasado y crear un conjunto inesperado de posibilidades para el futuro. Frente a la tragedia, el perdón es la contra-narrativa de la esperanza. No es un lujo moral, una opción de santos. A veces es el único camino a través de la espesura del odio hacia los espacios abiertos de la convivencia.

Rosh Hashaná marca el comienzo del período más solemne del calendario judío que culmina 10 días después en Yom Kippur. Un momento serio de introspección y una contabilidad espiritual. Pero siendo judíos, también hay tiempo para una sonrisa. 

Esta es una historia que contaba mi abuela judía y hoy la saco del baúl de los recuerdos.

Hace muchos, muchos años, antes de que existieran los camiones de bomberos, las brigadas de bomberos o las alarmas eléctricas contra incendios, y la mayoría de las casas se construían de madera, un incendio era algo terrible. Todo un pueblo, o buena parte de él, podría arder en llamas y humo. Y así, cuando se desató el fuego, todos abandonaron su negocio o trabajo y se apresuraron a ayudar a apagar el fuego. Solía haber una torre de vigilancia que era más alta que los otros edificios, donde un vigilante vigilaba todo el tiempo. Tan pronto como viera humo o fuego, haría sonar la alarma. Luego, la gente del pueblo formaba una cadena humana entre el fuego y el pozo más cercano, y se pasaban unos a otros cubos de agua para apagar el fuego.

Una vez sucedió que un muchacho de un pequeño pueblo llegó a la ciudad por primera vez. Se detuvo en una posada, en las afueras del pueblo. De repente escuchó el sonido de una corneta. Le preguntó al posadero qué significaba.

"Siempre que tenemos un fuego", explicó el posadero al muchacho, "tocamos la corneta y el fuego se apaga rápidamente".

"¡Qué maravilloso!" pensó el muchacho del pueblo. "¡Qué sorpresa y sensación llevare a mi pueblo!"

Acto seguido, el muchacho del pueblo fue y se compró una corneta. Cuando regresó a su pueblo, estaba lleno de emoción. Llamó a todos los aldeanos juntos. "Escuchen, buena gente", exclamó. "Ya no hay necesidad de tenerle miedo al fuego. ¡Solo mírame y verás qué tan rápido apagaré el fuego!"

Diciendo esto, corrió a la choza más cercana y prendió fuego a su techo de paja. El fuego comenzó a extenderse muy rápidamente.

"¡No te alarmes!" gritó el muchacho. "Ahora mírame."

El muchacho comenzó a tocar la corneta con todas sus fuerzas, interrumpiéndola solo para recuperar el aliento y decir: "¡Espera, esto apagará el fuego en poco tiempo!" Pero al fuego no pareció importarle mucho la música, y simplemente saltó de un techo a otro, hasta que todo el pueblo estuvo en llamas.

Los aldeanos ahora comenzaron a regañar y humillar al muchacho. "Gafo", gritaron. "¿Pensabas que el mero toque de la trompeta apagará el fuego? Es sólo el toque de una alarma, para despertar a la gente, si está dormida, o para apartarla de sus negocios y trabajo, y enviarla al pozo para sacar agua y apagar el fuego!"

Pero, como la corneta en la historia, el shofar es más que el sonido de una "alarma". Tiene un mensaje: "Despertad, durmientes, pensad en vuestros caminos, volved a Dios, apagad el "fuego" que amenaza con destruir vuestros hogares judíos. Id al Pozo, al Pozo de las Aguas Vivas, al Torá y mitzvot . ¡Date prisa, antes de que sea demasiado tarde!"

Recordamos esta historia cuando pensamos en el shofar que suena muchas veces en Rosh Hashaná. Algunas personas piensan como ese muchacho del pueblo, que el sonido del shofar mismo hará todo por ellos. Piensan que pueden seguir "durmiendo", o dedicarse a sus asuntos, sin necesidad de cambiar su forma de vida y conducta diaria; el shofar sonado en la sinagoga seguramente les traerá un feliz Año Nuevo.

Por eso, inmediatamente después de sonar el shofar, proclamamos: "Dichosos los que entienden el significado del sonido del shofar; caminan en Tu luz, oh Dios".

El sonido del shofar, la antigua alarma, nos saca de la indiferencia, nos mueve a la acción y renueva nuestra convicción de seguir adelante a pesar de los desafíos aparentemente insuperables. El shofar es el catalizador que nos permite pasar del duelo por la persecución de nuestro pueblo a celebrar la entrega de la Torá. El shofar nos inspira a superar la desesperación y abrazar la promesa de un mundo mejor.

En definitiva, ahora es el momento de obtener claridad, recalibrarnos y entrar a Rosh Hashaná con el entusiasmo necesario para trabajar apasionadamente para alcanzar nuestras metas soñadas en el nuevo año. Todo el crecimiento potencial que podemos alcanzar este año se determina en este día. Este es el juicio que Dios efectúa en Rosh Hashaná y que en 10 días nos lleva al Yom Kipur. El día del perdón. La metanoia en su máxima luminiscencia.

Y recuerda… Ciudadano en Acción. ¡Juntos es Mejor!  Shanah tovah 



El sonido de la Victoria



 

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