¿Por qué Posponemos las Cosas? @raulamiel
#MisNotasDomingueras.- noviembre 24 Ultimo domingo del mes. Nace José Rafael Revenga (1786) Jurista venezolano, secretario privado de Simón Bolívar. Charles Darwin publica El Origen de las Especies (1859). ADN Parecido al Humano. Golpe de Estado contra Rómulo Gallegos (1948). Fue un golpe de Estado exitoso contra el gobierno del presidente democráticamente electo en la primera elección presidencial libre, directa y secreta realizada en el país, Rómulo Gallegos. El 5 de diciembre expulsan del país a Rómulo Gallegos junto a su familia. La democracia en Venezuela se restituye el 23 de enero de 1958 con el derrocamiento del general Marcos Pérez Jiménez. Muere Axel Wenner-Gren (1961) Empresario sueco, uno de los hombres más ricos del mundo en la década de 1930, fundador de la fábrica de electrodomésticos Electrolux en 1919. Se crea la Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas Funvisis (1971). Nace Jesús Valenzuela (1983) Árbitro de fútbol venezolano, conocido por ser el primer árbitro nacido en Venezuela en pitar en una Copa del Mundo, al dirigir el 25 de noviembre del 2022, el empate a cero entre Inglaterra y Estados Unidos en la Copa Mundial de la FIFA Catar 2022. Cristiano Ronaldo anota el primer gol contra Ghana en el Mundial de Catar 2022 y se convierte en el primer jugador de la historia en anotar en cinco ediciones consecutivas de la Copa del Mundo (2022). Día Mundial del Dietista-Nutricionista.
Procrastinar es el hábito de posponer o diferir tareas que se deben realizar, reemplazándolas por otras actividades menos importantes o más agradables. La procrastinación puede estar relacionada con: Ansiedad, Baja autoestima, Falta de confianza en los propios recursos, Expectativas no realistas, Necesidad de sentirse aceptado por los demás.
Se cree que la procrastinación surge de una reacción emocional a aquello que estás evitando. Los investigadores llaman a este fenómeno “reparación del estado de ánimo”, en el que evitamos los sentimientos incómodos asociados con nuestro trabajo dedicando tiempo a actividades que mejoran el estado de ánimo, como jugar.
Posponer la tarea en cuestión es una forma eficaz de regular este estado de ánimo. Evitar la tarea evita el mal humor.
Más allá de la gestión del tiempo: por qué procrastinamos y cómo dejar de hacerlo de una vez por todas.
Entonces, ¿qué podemos hacer al respecto?
Cuando uno se enfrenta a una tarea abrumadora, la postergación puede parecer casi inevitable. No es algo que la mayoría de las personas puedan simplemente decidir dejar de hacer por pura fuerza de voluntad. Pero comprender por qué somos propensos a la postergación y cómo trabajar con ese hábito, o evitarlo, puede ayudarnos a evitar las peores consecuencias de evadir el trabajo.
Está claro que tenemos dos formas de abordar nuestra procrastinación: Hacer que todo lo que estamos posponiendo se sienta menos incómodo y convencer a nuestro yo presente de que se preocupe por nuestro yo futuro.
La procrastinación puede convertirse en un poderoso enemigo de nuestras metas, alejándonos de ellas y entorpeciendo nuestro camino. En la sociedad actual, se presta tanta atención a “los objetivos finales” que habitualmente se obvia la importancia de la vía para alcanzarlos, de los pasos a seguir, lo que transmite una sensación de urgencia, de inquietud y de agobio, que se asocian a la procrastinación. Es por ello imprescindible la organización coherente, la priorización de los objetivos y la gestión eficiente de nuestros recursos, combinando en el proceso actividades más tediosas con otras que nos permitan disfrutar del camino a seguir.
Esa autoconciencia es una pieza clave para entender por qué procrastinar nos hace sentir mal. Cuando procrastinamos, no solo estamos conscientes de que estamos evadiendo la tarea en cuestión, sino también de que hacerlo es probablemente una mala idea. Y aun así, lo hacemos de todas maneras.
Esta es la razón por la que decimos que la procrastinación es esencialmente irracional. No tiene sentido hacer algo que sabes que tendrá consecuencias negativas. Las personas se enganchan en este círculo irracional de procrastinación crónica debido a una incapacidad para manejar estados de ánimo negativos en torno a una tarea. La procrastinación es un problema de regulación de emociones, no un problema de gestión de tiempo.
Debemos darnos cuenta de que, en esencia, la procrastinación es un asunto de emociones, no de productividad. La solución no involucra descargar una aplicación de gestión de tiempo o aprender nuevas estrategias de autocontrol. Tiene que ver con manejar nuestras emociones de una manera diferente.
Nuestros cerebros siempre están buscando recompensas relativas. Si tenemos un círculo de hábitos alrededor de la procrastinación pero no hemos encontrado una mejor recompensa, nuestro cerebro continuará haciéndolo una y otra vez hasta que le demos algo mejor que hacer. Para reconfigurar cualquier hábito, tenemos que darle a nuestro cerebro lo que Judson Brewer llamó: La Mejor y Más Grande Oferta.
En el caso de la procrastinación, tenemos que encontrar una mejor recompensa que evadir, una que pueda aliviar nuestros sentimientos desafiantes en el presente sin causar daño a nuestros yo del futuro. La dificultad de romper la adicción a procrastinar en particular es que existe un número infinito de acciones sustitutas potenciales que todavía podrían ser formas de procrastinación. Es por ello que la solución debe ser interna, y no dependiente de cualquier cosa excepto nosotros mismos.
Todo se reduce a vivir en enkrateia (autodominio, poder sobre uno mismo, control sobre las propias pasiones e instintos) y no en akrasia (voluntad débil, descontrol, actuar contra el buen juicio). Todos posponemos las cosas y es normal. El problema es cuando esta akrasia domina gran parte de nuestra vida.
Ahora te toca a ti: ¿Cuándo sueles procrastinar más? Yo, después de comer.
Y recuerda… Ciudadano en Acción. ¡Juntos es Mejor!
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