El Secreto Revelado: Algoritmos @raulamiel

 

#MisNotasDomingueras.-  Esta última semana he vivido un drama familiar. Mi hijo Raúl cayó enfermo a causa del VirusChino. Momentos de mucha angustia, pero por providencia divina ya controlado. Ayuda amorosa y mucha oración de familiares y amigos hicieron el milagro. Hoy el caso de mi hijo es un dato estadístico más de esta espantosa pandemia. Lo que me ha dado letra para esta crónica.

Google es una de las historias de éxito más  incomprendidas de nuestro tiempo. Muchos de nosotros equiparamos Google con "Big Data", es decir, acumular grandes cantidades de datos y luego encontrar patrones estadísticos útiles. Pero, ¿fue así como tuvo éxito?

Primero, Google no tuvo éxito siendo una empresa de Big Data. No está claro si la compañía sabe esto sobre sí misma.  Donde Google ha tenido éxito es al encontrar, marcar y aprovechar la intención humana (intencionalidad), no los datos.

El éxito original de Google provino de aprovechar la estructura de enlaces de la web. Pero, ¿de dónde proceden estos enlaces? ¿De la naturaleza? No. Los enlaces desentierran un mar de intencionalidad humana que acecha en las páginas.

Si bien las personas pueden decir y dicen casi cualquier cosa sobre sí mismas en una página web, rara vez refieren a los usuarios a otro lugar a menos que realmente quieran que esos usuarios vayan y revisen la otra página. Después de todo, te están pidiendote a ti, el usuario, que vayas y prestes atención a algo más que a ellos mismos. Por tanto, los enlaces proporcionan una forma de identificar el mayor nivel de intencionalidad humana. El famoso algoritmo PageRank de Google es el primer método de Google para aprovechar la intencionalidad. Algoritmo en pura esencia.

En filosofía, la intencionalidad es el poder de las mentes y los estados mentales para representar cosas, propiedades y estados de cosas. Expresar que los estados mentales de un individuo tienen intencionalidad es decir que son representaciones mentales o que tienen contenidos, no es descabellado. Además, en la medida en que un hablante pronuncia palabras de algún lenguaje natural o dibuja imágenes o escribe símbolos de un lenguaje formal con el fin de transmitir a otros el contenido de sus estados mentales, estos artilugios utilizados por el actuante también tienen contenido o intencionalidad. 

“Intencionalidad” es una palabra de filósofos: desde que Franz Brentano la introdujo en la filosofía en el último cuarto del siglo XIX, se ha utilizado para referirse a los enigmas de la representación, todo lo cual se encuentra en la interfaz entre la filosofía de la mente y la filosofía del lenguaje.

Elegir la intencionalidad en medio de la incertidumbre es encontrar la paz con incertidumbre. Ya hemos escrito sobre ello en anteriores notas. Solo que en tiempo de hoy se ve muy diferente en este momento, ¿no creen? Nuestra cotidianidad y compromisos han cambiado. Nuestros horarios diarios han cambiado y las nuevas normalidades son todo menos normal. Y aunque esto no es fácil, sé que podemos optar por responder de forma intencionada.

Vivir es agotar el campo de lo posible, tomar conciencia plena de cada placer, sean los físicos o los espirituales, los afectivos o los sensuales, no consumirnos en odios estériles, pasiones vanas, ambiciones desenfrenadas, envidias tontas. Vivir es quedarnos con lo esencial. Vivir es domesticar fantasías, estirar el presupuesto de los sueños.

El miedo a un futuro incierto puede impedirnos hacer grandes cosas y mantenernos aferrados a cosas que nos están lastimando. ¿De dónde viene este miedo a la incertidumbre y al futuro? Puede parecer una pregunta tonta, pero si lo piensas, no hay nada intrigante sobre el futuro, incluso si no sabes lo que va a pasar. No es más probable que sea doloroso o desastroso de lo que ya es el presente, simplemente lo parece.

De esta experiencia aprendí que cuando estás frente a lo desconocido y no sabes lo que puede venir tienes que fluir armoniosamente ante la contingencia. Esta flexibilidad es una de las herramientas más importantes que puedes desarrollar. Cuando ese expectante desconocido arroja algo inesperado a tu forma y manera, lo tratas sin miedo, sin angustia, sin ira. Respondes en lugar de reaccionar, con equilibrio y calma, y con alegría de saber que todo estará bien, y en el proceso habrás experimentado algo nuevo y hermoso.

Sentarse con la incertidumbre requiere paciencia. Para desarrollar la paciencia, es posible que se deba establecer un marco de tiempo realista en el que se resolverá la situación actual y posponer los pensamientos al respecto hasta que haya transcurrido ese tiempo. Mientras tanto, absorberte en una actividad que disfrutes o que tenga el poder de distraerte es lo recomendable.

Nos aferramos a esta idea cómoda de cómo deberían ser las emergencias y, por supuesto, al pasar de un extremo a otro sentimos el padecimiento de ese suceso. Si somos buenos para tratar con las vicisitudes, con las cosas como vienen, no importa lo diferentes que sean, entonces no le tememos. En ese momento el proceso en sí se vuelve llevadero.

Nunca sabes cuándo un momento y unas pocas palabras sinceras tendrán un impacto en tu vida y en la de otros. No puedes modificar las situaciones de la vida, pero puedes modificar las actitudes para adecuarlas a esas situaciones.

Sigamos entonces navegando en el mar de los algoritmos al ritmo de la tendencia humana. La hora del BigTech.


Y recuerda… Ciudadano en Acción. ¡Juntos es mejor!


 

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